El joven contó que le interesa el periodismo y sueña con estudiar y trabajar en medios de comunicación
Greiber Eduardo Berrío, venezolano de 19 años de edad, fue víctima de un ataque de nueve perros en el sur de Bogotá, Colombia, que lo dejó sin brazos y sin orejas.
El hecho ocurrió
el 25 de marzo, aproximadamente a las 8:20 de la noche, a solo una cuadra de su
casa, cuando Berrío regresaba de la iglesia.
“(Una perra) me
busca a morder. Yo me eché para atrás. En punto me agarró el pantalón y bajé el
bolso para evitar que me mordiera, pero me di cuenta de que venían más perros,
yo quedé impactado, no sabía qué hacer“, contó la víctima en el pódcast Más
allá del silencio, del periodista colombiano Rafael Poveda.
Y añadió: “Sentía
cómo me agarraban las piernas y me las jalaban y raspaban. Sentía cómo me
jalaban de los codos. Yo no sabía qué hacer porque ya había perdido la fuerza”.
El ataque duró
más de 30 minutos. El joven fue arrastrado, mordido y abandonado en un lote
baldío, sin que vecinos salieran a auxiliarlo, a pesar de sus gritos.
La gravedad del
ataque fue tal que cuando la policía llegó, Berrío estaba cubierto de sangre,
con heridas abiertas en todo el cuerpo, y los perros aún merodeaban.
Greiber Berrío:
“Ya cansado, me encomendé a Dios”
“En un intento de
pasarme la mano en la cara, un perro lanzó el mordisco y me quitó la oreja. Lo
único que pensé fue resistir hasta que llegué a un punto en el que, ya cansado,
me encomendé a Dios”.
“Lloré. Pensé que
moriría ahí, en la tierra, devorado por perros”.
Lo trasladaron
inicialmente al Hospital de Bosa, donde lo estabilizaron. Luego lo remitieron
al Hospital de Kennedy, donde pasó más de tres meses internado, 19 días en
coma.
Berrío sufrió más
de 150 mordidas y la infección provocada -según los médicos- comprometió los
tejidos de ambos brazos. Aunque intentaron salvarlos, tuvieron que amputarlos
para evitar que la infección llegara a órganos vitales.
Su padre,
Guillermo, también contó en el pódcast cómo luchó entre la esperanza y el dolor
al escuchar la decisión médica.
A pesar de las
cicatrices físicas y el impacto emocional, el joven ha demostrado fortaleza y
ya aprendió a manipular el celular con sus pies, habilidad que comenzó a
desarrollar inspirándose en personas con discapacidad que vio en videos.
Una fundación se
ha comprometido a donarle prótesis para los brazos y brindarle acompañamiento
terapéutico.
El joven contó
que le interesa el periodismo y sueña con estudiar y trabajar en medios de
comunicación.
“Dios me demostró
que es el único que puede sacarte de las peores”, expresó.
Vive con su
familia en un pequeño apartamento en la localidad de Bosa. Aunque su caso causó
impacto, los perros que lo atacaron siguen sueltos, denuncian allegados.
Para ellos, la tragedia se pudo haber evitado o mitigado si las autoridades hubieran actuado más rápido o si el sistema de salud hubiera trasladado al venezolano directamente al Hospital de Kennedy.