Ley francesa obliga a supermercados a donar alimentos y prohíbe el derroche

 La medida fue ampliada a los servicios de catering y a las empresas fabricantes de alimentos, extendiendo el compromiso de desperdicio cero a toda la cadena alimentaria.

Francia se consolidó como el primer país del mundo en implementar una ley que prohíbe a los supermercados desechar alimentos en buen estado. La normativa exige que todas las tiendas de más de 400 metros cuadrados donen sus productos no vendidos a organizaciones benéficas o bancos de alimentos.

El objetivo es reducir el desperdicio alimentario y, al mismo tiempo, garantizar que los excedentes lleguen a quienes más lo necesitan. La ley establece acuerdos obligatorios entre los comercios y las entidades sociales, asegurando una red de redistribución eficiente y continua.

Con esta medida, millones de toneladas de alimentos, desde frutas frescas hasta productos envasados próximos a su fecha de vencimiento, se redirigen cada año para consumo humano.

El impacto de una política ejemplar

Desde su aprobación, la legislación francesa permitió rescatar millones de comidas que antes terminaban en los vertederos. Esta acción no solo reduce la contaminación y las emisiones de gases generadas por los residuos orgánicos, sino que también mejora el acceso a la alimentación en sectores vulnerables.

La medida fue ampliada a los servicios de catering y a las empresas fabricantes de alimentos, extendiendo el compromiso de desperdicio cero a toda la cadena alimentaria.

El modelo francés inspiró políticas similares en países europeos y posicionó a Francia como líder mundial en la lucha contra el desperdicio de alimentos.

Beneficios sociales, ambientales y económicos

Esta iniciativa ofrece beneficios directos en tres niveles: social, ecológico y económico. En el ámbito social, garantiza una mayor distribución de alimentos nutritivos entre las poblaciones más necesitadas, fortaleciendo la seguridad alimentaria.

Desde el punto de vista ambiental, reduce significativamente las emisiones de metano que genera la descomposición de los desechos orgánicos en los basurales, contribuyendo a mitigar el cambio climático.

En el plano económico, disminuye los costos de gestión de residuos para los comercios y estimula un circuito solidario que promueve empleo en organizaciones sociales y bancos de alimentos.

Un modelo replicable para un planeta sostenible

El éxito de Francia demuestra que las políticas públicas pueden transformar hábitos de consumo y producción. Al establecer la responsabilidad de los supermercados, el país genera conciencia sobre el valor de los alimentos y promueve un consumo más responsable.

Esta experiencia refuerza la necesidad de que más naciones adopten medidas similares, integrando la sostenibilidad y la justicia social en sus sistemas alimentarios.

Cada producto recuperado evita un residuo, cada donación fortalece la solidaridad y cada plato aprovechado representa una victoria contra el desperdicio y la desigualdad.

Francia, con esta ley pionera, no solo alimenta a su población: también nutre un modelo global de esperanza y sostenibilidad.

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