La captura en
Argentina de un viajero que trasladaba «una bomba» de cocaína en su estómago
fue divulgada este lunes por la prensa, luego de conocerse que el hombre fue
detenido el pasado 24 de mayo cuando intentaba llevar la droga a Europa.
El sujeto,
identificado como Diego Edson Morales García, de 30 años, se había tragado 90
cápsulas de cocaína, con un peso total de más de 886 gramos. Salió el 23 de
mayo desde Lima, Perú, en un vuelo de Sky Airlines, para aterrizar en el
Aeroparque Internacional Jorge Newbery, en Buenos Aires, Argentina.
Morales pretendía
viajar durante 36 horas con la la droga para llegar a Milán, Italia, con
escalas previas en Argentina y Alemania. Para ello se trasladó en la misma
ciudad de Buenos Aires al Aeropuerto Internacional de Ezeiza, donde tomaría un
vuelo a Frankfurt.
Sin embargo, su
plan quedó frustrado cuando la Policía de Seguridad Aeroportuaria de Ezeiza
detectó en él un comportamiento extraño y procedió a revisarlo con un escáner
corporal, lo que permitió descubrir que tenía los intestinos repletos de
dedales de cocaína.
Tras el arresto,
Morales pidió atención médica inmediata y dijo que tenía problemas de salud,
entre ellos una hernia discal, niveles elevados de colesterol e hígado graso.
La policía lo internó en el Hospital de Ezeiza, bajo custodia, y allí expulsó
todas las cápsulas que había ingerido y que finalmente dieron positivo para
cocaína.
El juez a cargo
del caso le dictó prisión preventiva y una multa por 48 millones de pesos
argentinos (más de 40.000 dólares). Al dar su fallo, el togado dijo que el
hombre, tras ingerir esa cantidad de drogas, se había convertido en «una bomba
viviente». Por su parte, el detenido decidió no dar información sobre el origen
del narcótico ni sobre sus posibles cómplices.
‘Negocio redondo’
Con ese método,
uno de los más extremos, decenas de ‘capsuleros’ (como se les llama) ponen en
riesgo su vida a cambio de unos miles de dólares. Según el medio local La Voz,
las organizaciones criminales pagan hasta 10.000 dólares a cada viajero que se
presta para tal fin.
Esos montos han
provocado que el número de ‘narcomulas’ (como también se les conoce) se haya
incrementado en los últimos años, sin importar el riesgo que representa el que
tan solo un dedil de droga se rompa en el tracto digestivo, posibilidad que
equivale a una muerte segura.
Sin embargo,
algunas de esas personas son en realidad víctimas de los mismos grupos
delictivos, que los obligan a realizar los viajes bajo amenaza.
Esta actividad
resulta un ‘negocio redondo’ para las organizaciones del narco, ya que reciben
más de 50.000 euros por cada kilo que ponen en Europa. Y si llegan al Asia u Oceanía
la ganancia es aún mayor.
Fuente: RT