La mandataria salió al mediodía caminando de Palacio Nacional hacia las oficinas de la Secretaría de Educación Pública, en el centro de la capital,
La presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, fue acosada este
martes por la tarde por un hombre desconocido que se le acercó, intentó darle
un beso y le tocó el pecho ante la mirada atónita de la multitud que rodeaba a
la mandataria sin mayor reacción inmediata.
El acoso no se detuvo hasta que Juan José Ramírez Mendoza,
el titular de la Dirección General de Ayudantía —un equipo de personas que
acompañan a la presidenta en sus actividades diarias— se interpuso entre la
mandataria y el hombre. El episodio ha quedado grabado por las cámaras de
teléfonos móviles de quienes rodeaban la escena.
Al igual que el expresidente Andrés Manuel López Obrador,
Sheinbaum renunció a tener un Estado Mayor Presidencial (un grupo de élite del
ejército encargado exclusivamente de la seguridad de los presidentes de México
y de sus familias). La reacción tardía de su equipo pone de nuevo el foco sobre
el nivel de protección en torno a la presidenta en un país asediado por la
inseguridad y que todavía está conmocionado por el asesinato en un evento
público de Carlos Manzo, el presidente municipal de Uruapan (Michoacán,
centro).
Episodios como el que ha sufrido este martes la presidenta
ocurren todos los días a mujeres de todas las edades en todos los rincones de
México. Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi),
un 45% de ellas ha sido víctima de acoso en las calles del país.
La mandataria salió al mediodía caminando de Palacio
Nacional hacia las oficinas de la Secretaría de Educación Pública, en el centro
de la capital, a poco más de medio kilómetro de distancia. Sheinbaum, que hace
recorridos públicos de este tipo en algunas ocasiones, fue rodeada de personas
que se acercaban a tomarse fotografías y a saludarla.
En un momento dado, justo de frente a la cámara que la va
acompañando para grabar el paseo, un hombre se le acerca desde su costado
izquierdo, le pasa un brazo alrededor de los hombros, se acerca a besarla en el
cuello y le toca el pecho. La presidenta, que hasta este momento saludaba a las
personas que la rodeaban del lado contrario, retira las manos del agresor, que
ya se posaban sobre su cuerpo, sin brusquedad pero visiblemente incómoda. Unos
momentos después sonríe nerviosa ante la intervención de Juan José Ramírez. Se
le escucha decir, segundos más tarde, que “no se preocupe” y le indica a su
compañero que el hombre puede tomar la foto.
La facilidad con la que el hombre ha podido acercarse a
Sheinbaum ha generado también opiniones y cuestionamientos sobre la posibilidad
de que hubiera estado armado o hubiera podido causarle más daño a la
mandataria.
Según el Código Penal Federal, el contacto físico no
consentido podría constituir un delito de acoso sexual, que ha sido tipificado
con penas de uno a cinco años de cárcel. En Ciudad de México, estas conductas
se sancionan con hasta cuatro años de prisión, además de multa y la posibilidad
de una orden de restricción. A última hora de la noche del martes se dio a conocer
que el hombre había sido detenido y que estaba bajo custodia de la Fiscalía de
Investigación de Delitos Sexuales.
Para activistas y defensoras de los derechos de las mujeres,
este episodio, que no debió de producirse y que demuestra la normalización de
estas conductas en el espacio público —y en niveles extremos también en el
privado— en México, podría servir a Sheinbaum para mandar un mensaje
contundente sobre una violencia machista a la que ni ella misma, frente a
decenas de personas con cámara en mano, ha podido escapar.
La mandataria no se ha pronunciado sobre lo sucedido hasta
casi la medianoche, pero la Secretaría de las Mujeres ―creada por el propio
Gobierno de Sheinbaum―, las Instancias de las Mujeres en las Entidades
Federativas y las presidentas de la Comisión de Igualdad de Género en la Cámara
de Diputados y Senadores emitieron un pronunciamiento de repudio por el hecho
que vivió la presidenta donde reconocen que “lamentablemente ninguna mujer está
exenta de vivir acoso sexual” en el país. “Es fundamental que los hombres
comprendan que este tipo de hechos no solo violentan a las mujeres, sino que
además son un delito”, recalca el comunicado, que señala que “este tipo de
violencias no deben ser trivializadas” y que “denunciarlas es fundamental para
alcanzar la justicia y abonar a un cambio cultural”.
“La presidenta tiene una gran oportunidad, desde su voz,
desde lo que representa, de marcar límites contra la violencia y contra hombres
que violentan. Si un hombre le hace eso a una presidenta, imaginemos las
violencias a las que estamos expuestas todas nosotras", reflexiona la
abogada y activista feminista Diana Luz Vázquez.
“Hombres que sienten que nuestros cuerpos están a su
disposición o que pueden ser tocados por ellos sin que pase absolutamente nada.
Creo que es un buen momento para que ella envíe un mensaje importante sobre
estas violencias y deje de normalizar ella también a los ‘compañeros’ que también
son violentadores”, añade.
Especialistas y organizaciones internacionales dan cuenta de
que las víctimas de acoso callejero suelen experimentar una combinación de
reacciones físicas y emocionales: confusión, ansiedad, culpa, vergüenza o
síntomas de estrés, en respuesta a ese trauma y a la inseguridad que provoca la
agresión.
Fallas de seguridad
En noviembre de 2024, la presidenta Sheinbaum aclaró que
―como había decidido su antecesor, López Obrador― ella tampoco dispondría de un
equipo de seguridad como los anteriores mandatarios, que tenían a su servicio
al Estado Mayor Presidencial. Cuestionada sobre su decisión, la mandataria
entonces respondió: “El Estado Mayor presidencial desaparció desde que entró el
presidente López Obrador”.
Entre las razones del expresidente para desmantelar este
grupo estuvieron el alto costo que representaba para las arcas públicas y el
argumento de que, en realidad, no lo necesitaba, porque el pueblo sería quien
lo cuidaría. Esta vez, tampoco el pueblo ha impedido que la presidenta
Sheinbaum sufra un episodio de acoso que pone en evidencia la normalización de
la violencia machista en México.
El episodio llega en un momento en el que la seguridad de
los funcionarios en México queda en entredicho, después del asesinato la noche
del sábado del alcalde Carlos Manzo, en Uruapan, en una celebración pública. El
presidente municipal solía salir a las calles y encabezar operativos él mismo,
vistiendo un chaleco antibalas y criticando severamente la estrategia de
seguridad promovida por Morena para atajar la violencia en el país.