Dos personas
murieron y una niña resultó gravemente herida después de que una discusión por
el canal de televisión se convirtió en un asesinato-sucedio en Lakeland
(Florida, Estados Unidos) el lunes por la noche.
El sheriff Grady
Judd explicó que Jason Kenney y su esposa, Crystal Kenney, estaban viendo el
final de un partido de fútbol americano cuando Crystal sugirió que vieran otra
cosa. Esto desató una acalorada discusión entre ambos, y Crystal le pidió a su
hijo de 12 años que llamara al 911.
El niño huyó a la
casa del vecino y escuchó un disparo cuando salió.
Cuando los
agentes llegaron pocos minutos después, encontraron a Crystal muerta en la casa
con una herida de bala en la cabeza. En uno de los dormitorios estaba su hija
de 13 años, con dos heridas de bala: una en el hombro y otra en la cara. Jason
Kenney era el padrastro de los dos hijos mayores de Crystal.
“Tres días antes
de Navidad, disparó y mató a su esposa, le disparó dos veces a su hijastra de
13 años y tenía la intención de matarla”, dijo Judd durante una conferencia de
prensa el martes.
La niña fue
trasladada al hospital en estado crítico, ya que una de las balas le entró por
la nariz y le salió por la parte superior de la cabeza. Milagrosamente, según
Judd, está despierta y alerta, y pudo hablar con la policía.
Ella relató a los
agentes que le rogó a su padrastro que no le disparara, pero él le disparó dos
veces de todos modos.
Judd dijo que
también había un niño de un año en la casa, hijo biológico de Jason, que no
resultó herido.
“Destruyó por
completo a una familia. Literalmente. Sin mencionar la salud mental de dos
niños sin madre ni padre tres días antes de Navidad”, expresó el sheriff Judd.
Mientras Jason
huía, llamó a su hermana y le dijo que había hecho algo malo, pero que no iba a
pasar el resto de su vida en la cárcel. Terminó en Lake Wales, en casa de su
difunto padre, donde se quitó la vida.
“Lo único que
hizo bien esa noche fue pegarse un tiro”, sentenció Judd.
